La Universidad de la República se ha convertido en el nuevo blanco de una serie de amenazas que, en tono apocalíptico y violento, han puesto en vilo a las autoridades educativas, a la Policía y a la opinión pública. Todo comenzó con un correo electrónico con un mensaje directo: “Ustedes me causaron dolor, se los devolveré”. Firmado por un supuesto miembro del “Grupo 764”, el mensaje no sólo incluía amenazas de masacre sino también de bomba, dejando entrever un trasfondo ideológico cargado de resentimiento y violencia.
El grupo 764
Según se ha informado, este grupo dice inspirarse en células de acción directa y extrema violencia. El “Grupo 764” se define como una red de “justicieros” al margen del sistema, que supuestamente opera en varios países y promueve ataques individuales contra lo que consideran instituciones opresoras. En este caso, la Universidad fue elegida como blanco, lo que generó una alerta sin precedentes en la historia reciente del sistema educativo uruguayo.
El episodio más alarmante fue el del martes, cuando varias sedes de la Udelar fueron evacuadas tras recibir una amenaza de masacre por correo. El contenido del mensaje fue tan explícito que obligó a un despliegue total de las fuerzas de seguridad. Poco después, una llamada anónima también motivó la evacuación del Liceo 33, ubicado en Camino Carrasco, por una nueva amenaza de bomba. La reiteración y simultaneidad de estos actos elevó la preocupación a niveles inéditos.
El rector dice que no están preparados
Ante estos hechos, el rector de la Universidad, Rodrigo Arim, reconoció que el país “no estaba preparado para este tipo de situaciones” y anunció que se comenzará a trabajar en la elaboración de un protocolo de seguridad. Hasta ahora, la Udelar no contaba con ningún tipo de mecanismo formal para actuar ante amenazas de este calibre.

Las repercusiones políticas y policiales
Quien sí se pronunció fue el exministro Nicolás Martinelli, que actualmente integra el equipo de seguridad del Partido Nacional. Martinelli fue claro: “Este tipo de amenazas no deben ser subestimadas, y el gobierno debe ser transparente en la información que brinda a la población”. Además, deslizó la posibilidad de que los hechos respondan a una acción articulada, más allá de lo que pueda parecer un simple lobo solitario.
La Policía Nacional, por su parte, emitió un comunicado donde asegura que se están tomando todas las medidas del caso, incluyendo el rastreo digital del remitente del correo y el patrullaje intensivo en centros educativos. También explicaron que se trabaja en coordinación con Interpol para evaluar si el supuesto “Grupo 764” tiene ramificaciones reales o si se trata de una invención local.
Más allá del operativo policial, el episodio revela una falla estructural: la falta de preparación del sistema educativo y del Estado en general ante amenazas de seguridad interna no convencionales. Mientras tanto, estudiantes, docentes y funcionarios se mueven entre la preocupación, la incertidumbre y el miedo.
Por ahora, no hay detenidos. Pero el eco de las amenazas sigue retumbando, y el temor a que alguien intente pasar de las palabras a los hechos mantiene la tensión al máximo. La sociedad uruguaya, que se preciaba de vivir en calma, asiste ahora a una peligrosa novedad: el terrorismo simbólico y anónimo ha llegado, y amenaza con quedarse.