Mucho ruido y pocas nueces. Así podría resumirse la comparecencia de Lucía Topolansky ante la Justicia, después de haber agitado el avispero con declaraciones explosivas sobre falsos testimonios durante los juicios a militares por delitos cometidos en dictadura. Lo cierto es que, tras dos horas de audiencia, no aportó ni un solo dato concreto. Otra jugada de humo por parte del MPP, que intenta hacerse del corazón de los militares usando fuegos de artificio que luego terminan en nada.
Topolansky en la Justicia: del escándalo mediático al silencio absoluto
Hace unas semanas, Topolansky afirmó en entrevista que había “mucha gente que había mentido en los juzgados” para condenar a militares. Sus palabras encendieron el debate y generaron expectativa. Pero cuando tuvo que respaldar sus dichos ante la Fiscalía, no mencionó a nadie, no entregó pruebas, y se refugió en que fue solo una “expresión”.
El episodio no solo expone a Topolansky, sino también al expresidente Mujica, quien la había respaldado y repetido el discurso. Ambos quedaron en evidencia. Prometieron verdad, pero ofrecieron silencio. Todo sigue absolutamente igual, con prisioneros políticos, sin que nadie haga nada.
Ciudadanos enfrentan a la narrativa oficial
Mientras Topolansky se escabullía sin aportar nada, en un evento por los 40 años de democracia organizado por el Frente Amplio, una ciudadana decidió romper el protocolo y decir lo que muchos piensan. Interrumpió al expresidente Mujica para exigir justicia para los militares presos sin pruebas. Su frase fue contundente: “Hay militares yendo a la cárcel sin ninguna prueba”.
Su intervención se volvió viral, porque dio voz al reclamo de miles que entienden que hoy existen prisioneros políticos en Uruguay. El Frente Amplio no supo cómo reaccionar, y nuevamente se vio descolocado ante una ciudadanía que ya no compra el discurso único de la izquierda.

Dos plebiscitos ignorados y una herida abierta
Este nuevo sismo en el relato de la izquierda reaviva un debate que el progresismo insiste en clausurar: los plebiscitos de 1989 y 2009, donde el pueblo uruguayo dijo no a la revisión judicial de los hechos del pasado reciente. Pero el FA, en una muestra clara de desprecio por la voluntad popular, ignoró ambos pronunciamientos y avanzó con una agenda de venganza disfrazada de justicia.
Incluso el expresidente Luis Alberto Lacalle Herrera, también presente en el acto, pidió un cierre definitivo para el pasado reciente. Reconoció que la herida sigue abierta y propuso una salida institucional que respete lo que la ciudadanía ya decidió democráticamente.