A LABURAR...

Ollas populares: Bianchi los manda a laburar

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Graciela Bianchi volvió a prender fuego las redes y el debate público con una frase que incomoda a muchos: “¿No probaron con trabajar?”. La senadora del Partido Nacional se refirió sin rodeos a la decisión del gobierno de fiscalizar el reparto de alimentos en las llamadas “ollas populares”, una movida que dejó al descubierto el manejo discrecional y, muchas veces, ideológico de estas organizaciones.

Las declaraciones de Bianchi llegaron después de que el Poder Ejecutivo resolviera, en el gobierno anterior, que ahora será el INDA quien coordine directamente la entrega de alimentos, evitando intermediarios que, según varios informes, usaban las ollas como plataforma política.

Ollas populares o trincheras de militancia

Lo que nació como una ayuda solidaria en pandemia se transformó, con el tiempo, en un espacio de propaganda de izquierda. Varias de las organizaciones que hoy se presentan como “referentes de las ollas” tienen vínculos directos con el PIT-CNT, partidos de izquierda y colectivos que no rinden cuentas ni tienen estructuras claras.

Bianchi apuntó con nombre y apellido a quienes encabezan estas movidas, y puso sobre la mesa una verdad incómoda: muchas de estas personas no trabajan, viven del Estado y usan la necesidad ajena como excusa para hacer militancia encubierta. “Los que critican que se haga la entrega de alimentos sin intermediarios son los mismos que quieren seguir manejando cajas sin control”, disparó la senadora.

La doble vara del progresismo

Mientras sectores de izquierda levantan la bandera de las ollas como si fueran el único sostén del pueblo, se niegan a transparentar cómo se usan los fondos, qué destino tienen los alimentos y quiénes son los beneficiarios reales. La narrativa solidaria choca con la realidad de manejos opacos y estructuras sin control.

Bianchi, con su estilo directo, puso el dedo en la llaga. “Esto no es solidaridad, es clientelismo”, dijo en una entrevista radial. Y lo cierto es que muchas de estas ollas funcionan como usinas de adoctrinamiento, donde el que piensa distinto no come.