Así no

El suicidio: un tema serio, una responsabilidad compartida

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Por Nicolás Quintana, Licenciado en Psicología

En las últimas semanas, hemos sido testigos de una cobertura mediática que involucra a CASMU, poniendo en el centro del debate una supuesta desprotección de una paciente que lamentablemente terminó con su vida. Quiero, como profesional de la salud mental, reflexionar sobre las implicancias éticas y sociales de cómo se han tratado estos hechos, especialmente considerando que el suicidio es un fenómeno sumamente complejo y delicado.

Primero, cabe destacar que los suicidios son un problema de salud pública que debe abordarse con profesionalismo y responsabilidad. Las evidencias científicas son contundentes: la difusión de noticias sensacionalistas sobre estos hechos incrementa el riesgo de contagio suicida. Es lo que en psicología se conoce como el “efecto Werther”. Estudios internacionales y recomendaciones de organismos como la Organización Mundial de la Salud subrayan la importancia de tratar estas noticias con extrema cautela para no generar daños adicionales.

En este contexto, resulta preocupante observar cómo el caso de Milagros ha sido manejado públicamente. El diario El País divulgó información confidencial de la paciente, incluso antes de que CASMU tuviera oportunidad de presentar sus descargos, cuyo plazo vence el 16 de enero. Esta información, al ser confidencial, refleja un grave problema: que el periodismo haya accedido al informe completo indica que fue filtrado desde el propio Ministerio de Salud Pública, una acción que plantea serias dudas sobre la protección de datos sensibles. Este acto vulneró no solo el debido proceso, sino también los derechos fundamentales de la paciente fallecida, al exponer datos sensibles sin un consentimiento adecuado. Esta situación, a todas luces, compromete principios éticos y legales.

Aún más revelador es el contraste con otros casos recientes, cuyas circunstancias invitan a reflexionar sobre la disparidad en la atención mediática. Aunque resulta lamentable tener que mencionar ejemplos, considero necesario hacerlo para respaldar mis argumentos con hechos concretos. Por ejemplo, en el Hospital Pasteur, una paciente identificada como Ana Laura Díaz intentó quitarse la vida en el área de salud mental y fue derivada al CENAQUE, pero no hubo titulares sobre el caso. Tampoco se ha informado sobre el suicidio de una madre junto a su hijo en el interior del país, ni sobre un lamentable evento similar en el Hospital Británico. La disparidad en la cobertura mediática es evidente y plantea preguntas sobre la intencionalidad detrás de las noticias que se seleccionan para publicarse.

Más allá de las evidentes inconsistencias, es fundamental resaltar que CASMU ha sido sometido a múltiples inspecciones por parte de las autoridades, cumpliendo con las normas exigidas en todos los servicios inspeccionados, incluyendo en salud mental. Este hecho contrasta con la narrativa que se intenta instalar, y evidencia un tratamiento sesgado hacia la Institución que yo creo se enmarca en un operativo más grande con intereses económicos.

Y desde ese lugar es que escribo estas líneas. El suicidio no es un tema para disputas políticas ni intereses financieros. Es una tragedia humana que demanda seriedad, conocimiento y empatía. Uno de los temas que más me atrapa es el de comprender y tratar este tipo de situaciones, y puedo afirmar con responsabilidad que la prevención no pasa por exhibir detalles morbosos o culpabilizar instituciones, sino por crear espacios de apoyo y contención para las personas en riesgo.

Hago un llamado a los medios de comunicación, a los responsables políticos y a toda la sociedad a reflexionar sobre el rol que desempeñan en la configuración de este problema. Actuar con ética y responsabilidad no es opcional: es una obligación moral hacia quienes atraviesan momentos de sufrimiento extremo y hacia sus seres queridos.

En estos tiempos, es más importante que nunca mantenernos firmes en nuestros valores profesionales y humanos. Como sociedad, debemos garantizar que los debates en torno a la salud mental se den en un marco de respeto, sensibilidad y compromiso con la verdad.