El senador Sebastián Da Silva salió al cruce del Instituto Uruguayo de Meteorología (Inumet) por el reciente anuncio de un ciclón subtropical que finalmente no tuvo la magnitud esperada. Da Silva, conocido por su estilo directo y sin filtros, cuestionó la falta de precisión del organismo y puso sobre la mesa la necesidad de reducir su estructura, una postura que resuena cada vez más en sectores críticos hacia el gasto público ineficiente.
“En esta también le erraron”, disparó Da Silva, haciendo referencia a la serie de alertas y pronósticos del Inumet que, en más de una ocasión, han terminado siendo exagerados o poco precisos. La reciente alerta por un ciclón subtropical que, según anunciaron, afectaría el fin de semana, generó alarma innecesaria en la población y movilizó recursos que podrían haberse destinado a situaciones reales de emergencia.
Da Silva no se quedó ahí. El senador cuestionó la operativa del Inumet y planteó que es hora de reducir su estructura y revisar su presupuesto. “Hay que ajustar el Inumet”, afirmó, defendiendo la idea de que un organismo estatal que no cumple con eficiencia su función es, en definitiva, un gasto innecesario para el país. Esta postura es compartida por muchos uruguayos que ven cómo, año tras año, el Estado sigue creciendo mientras los resultados brillan por su ausencia.
Las declaraciones del legislador generaron apoyo y críticas. Los sectores afines al gobierno ven en Da Silva a un político que se atreve a decir lo que muchos piensan: que las instituciones públicas deben ser eficientes y no una carga para los contribuyentes. En contraposición, desde sectores de la izquierda y defensores del Inumet salieron a calificar las declaraciones como “irresponsables” y a defender el rol del organismo en la prevención de desastres naturales.
Sin embargo, los hechos hablan por sí solos. No es la primera vez que el Inumet lanza alertas que terminan siendo infundadas, sembrando pánico y afectando la vida cotidiana de los ciudadanos. Comercios que cierran, personas que modifican su rutina y recursos que se movilizan innecesariamente son solo algunas de las consecuencias de estos errores. Da Silva puso el dedo en la llaga al preguntar si no es hora de exigir mayor responsabilidad y precisión a una institución que, a fin de cuentas, se financia con los impuestos de todos los uruguayos.
El debate está abierto y, más allá de las posturas políticas, queda claro que la eficiencia en el gasto público debe ser una prioridad. Sebastián Da Silva, con su estilo frontal, pone sobre la mesa una discusión necesaria: ¿hasta cuándo se permitirá que organismos como el Inumet funcionen sin rendir cuentas claras sobre sus resultados? La sociedad uruguaya, cansada de instituciones que no están a la altura, podría estar comenzando a exigir cambios reales y no solo discursos vacíos.