La propuesta de implementar un IVA personalizado ha generado un intenso debate en el ámbito político y económico. Este modelo, defendido por algunos sectores como una forma de hacer más equitativo el sistema tributario, ha sido criticado por sus implicancias en la libertad económica y el control estatal sobre la vida de los ciudadanos.
El economista Gabriel Oddone ya ha advertido que esta no es una medida inminente, pero que requiere un profundo análisis de sus efectos y consecuencias. Sin embargo, el IVA personalizado no solo representa un ajuste técnico, sino un paso más hacia un Estado intervencionista que busca regular cada aspecto de la economía y la sociedad. Este sistema, que propone diferenciar la carga tributaria según el nivel de ingreso de cada ciudadano, implica recopilar información detallada y centralizada, lo que podría derivar en una peligrosa acumulación de poder en manos del gobierno.
Los defensores de esta medida argumentan que permitiría aliviar la carga fiscal de los más vulnerables, pero la realidad es que también abre la puerta a una fiscalización excesiva y una pérdida de privacidad para los contribuyentes. Además, este tipo de propuestas suelen ser el preludio de sistemas más complejos y gravosos que terminan afectando a la clase media trabajadora, el verdadero motor de la economía.
Por otro lado, el respaldo a esta idea por parte de figuras como el diputado de Cabildo Abierto, Perrone, ha generado indignación entre los sectores más firmes de la Coalición Republicana. Perrone, quien ya ha sido criticado por apoyar iniciativas del Frente Amplio, vuelve a colocarse en el centro de la controversia. Este tipo de actitudes solo refuerzan la percepción de que algunos políticos están dispuestos a claudicar ante propuestas que representan una amenaza directa a los principios de libertad y responsabilidad individual que deberían defender.
La experiencia histórica demuestra que medidas como el IVA personalizado terminan generando efectos secundarios contraproducentes. Lejos de lograr una verdadera equidad, suelen convertirse en herramientas para que el Estado aumente su injerencia en la economía y en la vida privada de las personas. Los gobiernos, en su afán por “recuperar” lo que consideran ingresos perdidos, acaban diseñando sistemas fiscales cada vez más complejos que terminan perjudicando a los mismos ciudadanos que afirman querer proteger.
En un contexto donde la libertad económica está constantemente amenazada, es crucial oponerse a iniciativas que, como el IVA personalizado, solo profundizan la dependencia de los ciudadanos hacia el Estado. Propuestas como esta son un recordatorio de por qué es fundamental defender principios de mercado libre, responsabilidad individual y limitación del poder estatal.