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Coalición y Frente Amplio: el reparto de cargos que indigna

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La democracia uruguaya se ve nuevamente empañada por las prácticas de acomodo político que tanto el Frente Amplio como la Coalición Republicana llevan a cabo. Mientras pregonan la importancia de la alternancia en el poder y la transparencia institucional, en la trastienda se reparten cargos como si fueran botines de guerra, condicionando la aprobación de venias a la obtención de puestos para sus allegados.

El juego de las venias y los cargos

Recientemente, se ha evidenciado cómo la oposición, liderada por el Partido Nacional, condiciona su apoyo a las venias propuestas por el gobierno a cambio de una docena de cargos adicionales en diversos organismos estatales. Esta práctica, lejos de ser exclusiva de un partido, es una constante en la política nacional, donde el intercambio de favores y puestos se ha naturalizado.

La doble moral de la alternancia

Es irónico cómo aquellos que abogan por la alternancia en el poder y la pureza democrática son los mismos que, tras bambalinas, negocian cargos y beneficios. Esta doble moral no solo desacredita a quienes la practican, sino que también erosiona la confianza de la ciudadanía en las instituciones y en el sistema democrático en su conjunto.

El reparto en números

El gobierno de Yamandú Orsi propuso 34 cargos para la oposición, sin embargo, desde el Partido Nacional y otros sectores de la coalición han exigido una docena más, incluyendo posiciones clave en entes autónomos y servicios descentralizados como el BPS, República AFAP, la ANEP y la Unidad Nacional de Seguridad Vial. Esta presión busca aumentar la presencia de la oposición en organismos donde, en teoría, deberían primar criterios técnicos y no políticos.

¿Alternancia o trueque de poder?

El Frente Amplio, por su parte, ha intentado acelerar la votación de las venias de sus jerarcas, argumentando que el gobierno ya ha comenzado y que es necesario conformar los organismos de inmediato. No obstante, en el período anterior, cuando el Frente era oposición, también exigió su cuota de cargos, utilizando estrategias similares para asegurarse representación en el aparato estatal.

Los mismos de siempre

Cada vez que un nuevo gobierno asume, la historia se repite: negociaciones secretas, presiones y acomodos disfrazados de “acuerdos institucionales”. Mientras tanto, los ciudadanos quedan relegados a meros espectadores de una política donde la alternancia no parece ser más que un cambio de nombres en los escritorios, sin una verdadera renovación en las prácticas de gobernanza.