En apenas 48 días, Cecilia Cairo logró lo impensado: convertirse en la ministra que menos tiempo permaneció en el cargo desde el retorno de la democracia. Designada como titular del Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial el 1.º de marzo, su gestión terminó abruptamente luego de que se conociera que no había regularizado las construcciones que habita en Pajas Blancas ni pagado impuestos correspondientes.
Un escándalo que tumbó el relato ético
La izquierda suele envolverse en un discurso moralista y ejemplar, pero este caso dejó al descubierto la desconexión entre el relato y la realidad. Cairo no solo construyó fuera de norma, sino que omitió pagos impositivos por años. La presión mediática y el repudio ciudadano obligaron al presidente Yamandú Orsi a aceptar una renuncia que él mismo calificó como “no grata”.
Comparaciones que exponen a la izquierda
El caso no es menor si se lo compara con otras renuncias en gobiernos anteriores. Ernesto Talvi, por ejemplo, estuvo 122 días como canciller en el gobierno anterior. El promedio de permanencia de ministros desde 1985 ronda ampliamente el año de gestión. Incluso durante crisis políticas severas, como las del primer gobierno de Sanguinetti, los recambios se dieron luego de más de un año de mandato.

Un gabinete inestable y sin rumbo
La salida de Cairo marca un inicio tambaleante del nuevo gobierno frenteamplista. En lugar de dar una señal de firmeza y transparencia, el Ejecutivo ha quedado atrapado en su propia red de contradicciones. Mientras se exige rigurosidad a los demás, se permite todo tipo de irregularidades en sus propias filas.
Un Orsi debilitado, pese al discurso
Desde sectores del Frente Amplio intentan instalar que Orsi salió “fortalecido” tras la renuncia, pero la realidad indica lo contrario. El episodio expuso falta de control interno, debilidad en los nombramientos y una preocupante tolerancia a los abusos dentro del propio gabinete. No se trata de una simple “mala elección”; es una muestra de cómo se gestiona el poder desde la izquierda: improvisación, amiguismo y cero transparencia.
Un gobierno que empieza mal
Los ciudadanos ya están viendo cuáles son las prioridades del nuevo gobierno: discursos vacíos y promesas recicladas mientras sus propios ministros caen por faltas básicas. La gestión de Orsi arranca con ruido y sin rumbo claro. Y si los primeros 48 días son indicio de algo, no parece que el futuro sea mucho mejor.