El senador nacionalista Sebastián Da Silva no se guardó nada y en una serie de declaraciones públicas pasó la aplanadora por arriba del Frente Amplio, la Intendencia de Montevideo y hasta del Festival de Arte Lésbico. En su estilo directo y sin vueltas, Da Silva no solo dejó en evidencia los gastos absurdos del progresismo, sino que también expuso las contradicciones de sus líderes.
El festival del despilfarro
La Intendencia de Montevideo destinó 759.660 pesos para un “Festival de Arte Lésbico”, una cifra que, en medio de los reclamos sociales por inseguridad, hambre y falta de servicios, generó indignación. Da Silva lo dijo con ironía, pero fue claro: “Del Tinder al Happn”, comparando el festival con apps de citas, marcando el sinsentido de gastar esa plata en algo que no resuelve los problemas reales de la gente.
Mientras en los barrios hay ollas vaciándose y vecinos que no tienen para comer, la Intendencia prefiere jugar a la diversidad en eventos que benefician a una pequeña élite cultural. El mensaje del senador fue directo: esto es una desconexión total con la calle.

Fernando Pereira: de león a “gatito maullón”
El presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, también fue blanco de Da Silva, que no dudó en marcarle el cambio de postura. “Antes era un león rugiente cuando hablaba de los problemas de la gente. Ahora es un gatito maullón”, dijo. La crítica apunta al silencio de Pereira frente a las contradicciones de su propio sector.
Pereira pasó de ser el gran crítico del ajuste y la pobreza, a liderar un frente que hoy derrocha en actividades ideológicas mientras el pueblo sufre. Da Silva remató: “Nosotros hacemos políticas reales, ellos reparten cartelitos progres.”
El progresismo cultural: mucho show, poco pan
La apuesta del Frente Amplio a la cultura identitaria, a festivales minoritarios y discursos de diversidad parece tener cada vez menos llegada en los barrios. Da Silva lo sintetizó en una frase: “Se olvidaron de la gente que está en la calle, ocupados en representar minorías desde un escritorio con aire acondicionado”.
Los valores de la izquierda se han transformado en slogans vacíos, incapaces de dar respuestas a la inseguridad, el desempleo o el hambre. Para Da Silva, el FA está secuestrado por un progresismo de elite, alejado de los problemas cotidianos.
Da Silva pisa fuerte y marca agenda
Las declaraciones de Da Silva no fueron solo una chicana. Fueron una muestra más de que hay una parte del país que está cansada del doble discurso. En tiempos donde se le exige a la política que esté cerca de la gente, él pone sobre la mesa las prioridades: primero el orden, la comida, la seguridad. Después el show.
Con su estilo frontal, Da Silva pone en aprietos al progresismo, que cada vez tiene menos con qué defender sus actos. El mensaje fue claro: mientras el FA gasta en festivales, la derecha habla de trabajo, orden y sentido común.