El nombre de Jonathan Mastropierro vuelve a estar en el ojo de la tormenta. Esta vez, por una serie de acciones que dejan en evidencia la oscura trama en la que está envuelto. Primero, amenazó con filtrar videos comprometedores del exsenador Gustavo Penadés. Luego, en una vuelta de tuerca inesperada, se descubrió que en su propio celular almacenaba material audiovisual que podría constituir delitos graves.
Amenazas que encienden alarmas
Mastropierro, conocido por sus múltiples escándalos, lanzó una advertencia directa a la defensa de Penadés: si no cesaban las acusaciones en su contra, haría públicos videos “comprometedores” del acusado. El tono de sus mensajes dejó entrever una actitud mafiosa, más digna de un guion de serie policial que de una investigación judicial seria.
El hallazgo que lo complica
Pero el intento de presión se le volvió en contra. La Fiscalía accedió a su teléfono celular y encontró videos de contenido altamente preocupante: orgías violentas, escenas con posibles indicios de abuso y situaciones que podrían configurar delitos sexuales. La gravedad del hallazgo motivó a que se pidiera formalmente investigar si hubo violaciones o coacciones involucradas.
El material habría sido grabado por el propio Mastropierro, lo que complica su situación procesal. No solo queda expuesto como alguien dispuesto a extorsionar, sino también como posible autor o cómplice de delitos graves.

La doble moral del progresismo
Este escándalo también desnuda la hipocresía de ciertos sectores de la izquierda y sus medios afines, que hasta hace poco lo trataban como una suerte de “víctima ejemplar” en el caso Penadés. Ahora, cuando salen a la luz estos elementos, el silencio es absoluto.
Mientras se inflaba el relato de que Penadés era culpable antes de ser juzgado, Mastropierro era presentado como alguien intocable, sin cuestionamientos. Pero cuando la evidencia empieza a mostrar un perfil oscuro, agresivo y violento, muchos prefieren mirar para otro lado.
Una causa cada vez más enredada
Lo cierto es que la causa, que ya era compleja, ahora toma un giro que podría dar vuelta por completo el relato inicial. Las pruebas no solo complican a Mastropierro, sino que también ponen bajo la lupa la forma en que se manejó el caso desde el inicio, incluyendo a quienes lo promovieron como testigo estrella.