Uruguay atraviesa una de sus peores semanas en materia de seguridad. Una seguidilla de homicidios, copamientos y hechos violentos dejan al descubierto una preocupante realidad: la delincuencia se ha apoderado de las calles y el gobierno parece mirar para otro lado.
Terror en Brazo Oriental
Brazo Oriental fue escenario de uno de los casos más conmocionantes. Un joven de apenas 15 años fue asesinado de varios disparos mientras se encontraba en un taxi, en pleno día. Los sicarios se bajaron de un auto, lo ejecutaron sin mediar palabra y huyeron como si nada. ¿La razón? Aún no se sabe. Pero lo que sí está claro es que ni los menores se salvan del caos.
Maniataron familia en su hogar
En Salto, la violencia tomó otra forma. Una familia fue copada en su propia casa por un grupo de delincuentes armados. Fueron maniatados y encerrados mientras los ladrones se llevaban todo el dinero en efectivo que encontraron. Lo que antes parecía exclusivo de zonas rojas de Montevideo, ahora también se vive en el interior profundo. El miedo ya no tiene fronteras.
Otra vez en el Cerro
Como si fuera poco, en el barrio del Cerro, otro hombre de 44 años fue ejecutado de un disparo en la cabeza. En ese caso, los atacantes huyeron en una moto. Todo en cuestión de segundos. La vida de un uruguayo ya vale menos que un celular.
La ausencia total del gobierno
¿Dónde está el ministro del Interior? ¿Dónde está Yamandú Orsi? Mientras los criminales imponen su ley, el oficialismo sigue dando vueltas con discursos vacíos y promesas que nunca se concretan. Hablan de “políticas de prevención” mientras el pueblo entierra a sus muertos.
Esta situación no es nueva, pero se ha agravado de forma notable en el último tiempo. La sensación de impunidad crece, al igual que la frustración de los vecinos, que ya no confían en la policía ni en las autoridades. Cada día que pasa sin una respuesta firme es un día que ganan los delincuentes.
El Uruguay que prometía paz y derechos, hoy es rehén de las balas. Y mientras tanto, desde el Frente Amplio siguen repitiendo que todo está “bajo control”. Tal vez lo esté, pero para los delincuentes.
