La inseguridad en Uruguay alcanzó un nuevo pico de violencia esta semana, con una sucesión de hechos graves que dejan al desnudo un país sin control. Lo que antes eran episodios aislados, ahora se repiten casi a diario, en cualquier lugar y a cualquier hora. La sensación de impunidad crece, mientras el gobierno mira para otro lado.
Dos homicidios en menos de 12 horas marcaron el inicio de la racha.
El primero ocurrió en Paso Carrasco, donde un joven fue asesinado a balazos dentro de una casa. El segundo crimen se dio en el barrio Pinar Norte, Canelones: un hombre de 39 años fue ejecutado de dos disparos en la cabeza tras una discusión por un tema de convivencia. En ambos casos, la violencia extrema se impuso como forma de resolución de conflictos.
Internado en CTI por una patota
En paralelo, en el departamento de Canelones, un joven terminó internado en CTI luego de ser brutalmente golpeado por una patota. Según el relato de testigos, el grupo viene atacando a personas en situación de calle en una seguidilla de hechos que no ha sido detenida. La Policía aún no ha identificado a los agresores.

Ingresan armados al hospital
El episodio más impactante, sin embargo, ocurrió dentro del Hospital de Durazno. Un hombre ingresó armado y disparó contra un paciente, hiriéndolo de gravedad. Todo fue captado de forma accidental por otro paciente que estaba grabando un video. ASSE y el sindicato de Salud Pública expresaron su alarma: no hay garantías ni siquiera dentro de un centro médico.
Disputa barrial a los balazos
Mientras tanto, en Maldonado, una disputa barrial terminó con dos personas heridas de bala y detenidas, tras atacar una vivienda a tiros. El caso se suma a la larga lista de hechos violentos que sacuden al país, y en especial a los departamentos del interior, donde la falta de recursos policiales se hace cada vez más notoria.
Atacan a trabajador municipal
Montevideo tampoco escapa al descontrol. En el barrio Malvín, un trabajador de recolección de residuos de la Intendencia fue golpeado y robado mientras cumplía su tarea en la vía pública. Según informó la propia IM, estos ataques a funcionarios municipales “se vienen reiterando con mayor frecuencia”, lo que agrava aún más el panorama.
Absolutamente desbordados
Desde los hospitales hasta las calles, desde Canelones hasta Maldonado, lo que se ve es un país tomado por la violencia. La reacción del Ministerio del Interior ha sido tibia y tardía. No hay presencia policial suficiente, no hay inteligencia criminal visible, y la respuesta institucional parece limitada a comunicados y promesas.
Los uruguayos viven con miedo. Ya no se trata de zonas rojas o barrios marginales: los hechos ocurren en hospitales, barrios residenciales y espacios públicos. La violencia ya no distingue ni hora ni lugar. Es una sombra que avanza y que, mientras no se actúe con firmeza, seguirá creciendo.