FEMIBOLCHES

El negocio feminista: financiamiento global y derroche estatal

-

En Uruguay, la maquinaria feminista radical sigue recibiendo ingentes sumas de dinero tanto del extranjero como de los bolsillos de los contribuyentes. Mientras los uruguayos enfrentan dificultades económicas, el 8 de marzo se perfila como otro día de despilfarro financiado por el Estado y organizaciones globalistas que impulsan una agenda ideológica.

Millones para sostener una agenda

Cada año, el movimiento feminista recibe enormes cantidades de financiamiento internacional, proveniente de ONGs alineadas con el globalismo. Organizaciones como ONU Mujeres, Open Society y la Fundación Ford han sido históricamente señaladas por inyectar dinero en la región para promover una agenda que poco tiene que ver con los problemas reales de las mujeres y mucho con una estrategia de control ideológico.

Pero el financiamiento no viene solo de afuera. En Uruguay, el gobierno destina fondos públicos para actividades del 8 de marzo, incluidas marchas, materiales de propaganda y hasta pagos a colectivos feministas que, en muchos casos, actúan como brazos políticos de la izquierda. Este año, la designación de Mónica Xavier como directora de InMujeres refuerza la línea de financiamiento estatal a estas agrupaciones.

Paros y activismo político disfrazado de lucha social

El PIT-CNT, alineado históricamente con la izquierda, ha convocado un paro general para el 8 de marzo, argumentando una supuesta “lucha feminista contra el avance fascista”. La realidad es que estos paros afectan a miles de trabajadores, quienes ven interrumpidas sus actividades sin una justificación real. Es un claro ejemplo de cómo el sindicalismo y el feminismo radical operan en conjunto para mantener su influencia y financiamiento.

Mujeres contra la sumisión ideológica

Paradójicamente, cada vez más mujeres se están rebelando contra la ortodoxia feminista que les exige sumisión a una agenda impuesta desde el extranjero. Es irónico que el discurso de “empoderamiento” provenga de estructuras financiadas por varones plutocráticos que dictan las líneas de acción desde sus cómodos despachos. Muchas mujeres han comenzado a rechazar este adoctrinamiento, reivindicando su independencia real y alejándose de un movimiento que las utiliza como piezas de un tablero político global.