PARÁSITO

Juan Raúl Ferreira: sin votos, pero con embajada asegurada

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El nombramiento de Juan Raúl Ferreira como embajador de Uruguay en el Vaticano ha generado fuertes críticas en el ámbito político. Hijo del histórico caudillo nacionalista Wilson Ferreira Aldunate, Juan Raúl ha transitado un camino político errático que lo llevó de filas blancas a la izquierda, y ahora, sin respaldo electoral, recibe una embajada como premio.

Un puesto diplomático sin mérito electoral

El flamante embajador ya ocupó un cargo similar en Argentina durante el segundo gobierno de Julio María Sanguinetti. Sin embargo, su trayectoria política no ha estado exenta de polémicas. Luego de militar durante años en el Partido Nacional, decidió pasarse al Frente Amplio en 2018, tras haber renunciado al Partido Nacional en 2017. Su cambio de bando fue visto como una traición por muchos de sus antiguos compañeros.

Ahora, a pesar de no contar con respaldo popular ni haber pasado por ninguna instancia electoral reciente, Ferreira es premiado con un cargo diplomático de relevancia. Su cercanía con el canciller designado, Mario Lubetkin, parece haber sido clave para esta designación.

Una embajada en tiempos de acomodos

El nombramiento de Ferreira deja en evidencia la vieja práctica del acomodo político en la designación de embajadores. En lugar de seleccionar a diplomáticos de carrera o a figuras con peso político real, el gobierno decide asignar puestos clave a personajes sin representación popular, pero con buenos contactos en las altas esferas.

Además, su rol como representante en el Vaticano genera dudas sobre su idoneidad para el puesto. Si bien coincidió en varias ocasiones con el papa Francisco durante su período en Argentina, no cuenta con antecedentes sólidos que lo respalden como una elección lógica para este cargo.

La reacción política

Desde filas nacionalistas, su designación ha sido vista como una señal más del oportunismo político que ha caracterizado su carrera. “El apellido no es suficiente para garantizar un cargo de esta magnitud”, señalaron fuentes del Partido Nacional. 

La embajada en el Vaticano, aunque simbólicamente importante, ha sido históricamente un cargo de perfil bajo dentro del esquema diplomático uruguayo. A Raúl le tocó una changuita de varios cientos de miles de dólares sin laburar.