PERIOMILITANCIA

Periodismo militante: otro periodista salta con Orsi

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El periodismo uruguayo ha evidenciado una clara inclinación hacia la izquierda, con comunicadores que terminan ocupando cargos políticos dentro del Frente Amplio (FA). Este fenómeno refuerza la percepción de una hegemonía cultural en la que los medios de comunicación juegan un rol clave en la construcción del relato progresista.

Blanca Rodríguez: De Subrayado al Senado

Blanca Rodríguez, histórica conductora de Subrayado, dejó la pantalla chica para asumir una banca en el Senado por el FA. Su transición al ámbito político no es un caso aislado, sino parte de una tendencia en la que periodistas con una línea editorial afín al progresismo terminan en roles legislativos, reforzando la interconexión entre medios y política.

María Inés Obaldía: Del periodismo a la gestión de Cosse y al Parlamento

Otro caso emblemático es el de María Inés Obaldía, quien pasó de la televisión a la dirección de Cultura de la Intendencia de Montevideo bajo la gestión de Carolina Cosse, para luego dar el salto al Parlamento como diputada. Su trayectoria ilustra cómo ciertos periodistas encuentran en la política un refugio natural, consolidando la idea de que los medios han sido una plataforma de activismo disfrazado de información objetiva.

Un periodista de Telenoche se suma al gobierno

Este fenómeno no se detiene. Recientemente, un periodista de Telenoche dejó su puesto en el informativo para sumarse como asesor en un ministerio del gobierno entrante. Este caso demuestra que la influencia de los medios en la política no se limita solo a la izquierda, sino que la tendencia de los periodistas a ocupar cargos públicos tras su paso por los medios sigue siendo una práctica común en Uruguay.

La hegemonía cultural de la izquierda

Estos movimientos entre periodismo y política evidencian cómo los medios han sido cooptados por una corriente ideológica predominante. La estructura informativa ha sido utilizada para moldear la opinión pública a favor de una agenda progresista, donde la objetividad queda en entredicho y los medios terminan funcionando como herramientas de legitimación del statu quo de izquierda.